El SARS-CoV-2 se transmite de persona a persona principalmente a través de gotitas respiratorias; también es posible la transmisión indirecta a través de superficies contaminadas.3-6 El virus accede a las células hospedadoras a través de la enzima convertidora de la angiotensina 2 (ECA2), que es más abundante en los pulmones.7-9
El período de incubación de la COVID-19 varía entre 2 y 14 días después de la exposición; la mayoría de los casos presentan síntomas aproximadamente 4-5 días después de la exposición.3,10 El espectro de la infección sintomática varía entre leve (fiebre, tos, cansancio, pérdida del olfato, dificultad para respirar) y crítica.11,12 La mayoría de los casos sintomáticos no son graves; la enfermedad grave aparece principalmente en adultos de edad avanzada o con enfermedades concomitantes subyacentes y requiere cuidados intensivos. El síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) es una complicación importante en pacientes con enfermedad grave. Los casos críticos se caracterizan, por ejemplo, por insuficiencia respiratoria, shock y/o disfunción o insuficiencia multiorgánica.11,13,14
El diagnóstico definitivo de COVID-19 requiere la detección directa del SARS-CoV-2 mediante tecnología de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT, por sus siglas en inglés).21-23 Los análisis serológicos pueden contribuir a la identificación de las personas expuestas al virus y valoran el grado de exposición de una población, por lo que podrían ayudar en la toma de decisiones relativas a la aplicación, el cumplimiento o la relajación de las medidas de contención.24
Tras la infección por el SARS-CoV-2, el huésped monta una respuesta inmunitaria contra el virus, que incluye la producción de anticuerpos específicos contra los antígenos virales. Tanto la IgM como la IgG se han detectado a partir del quinto día tras el inicio de los síntomas 25,26. La mediana de la seroconversión se ha observado entre el día 10 y el 13 para la IgM y entre el día 12 y el 14 para la IgG 27-29, mientras que los niveles máximos se han notificado entre la semana 2 y la 3 para la IgM, entre la semana 3 y la 6 para la IgG y en la semana 2 para los anticuerpos totales25-31. Mientras que la IgM parece desaparecer alrededor de la semana 6 - 7 32,33, se observa una alta seropositividad de la IgG en ese momento 25,32,33. Mientras que la IgM suele ser la principal clase de anticuerpos secretada en la sangre en las primeras fases de una respuesta primaria de anticuerpos, los niveles y el orden cronológico de aparición de los anticuerpos IgM e IgG parecen ser muy variables para el SARS-CoV-2. Los anticuerpos anti-SARS-CoV-2 IgM e IgG suelen aparecer simultáneamente, y se han notificado algunos casos en los que los IgG aparecen antes que los IgM, lo que limita su utilidad diagnóstica 26,27,29,34,35.
Tras la infección o la vacunación, la fuerza de unión de los anticuerpos a los antígenos aumenta con el tiempo, un proceso denominado maduración por afinidad 36. Los anticuerpos de alta afinidad pueden provocar la neutralización al reconocer y unirse a epítopos virales específicos 37,38. En la infección por SARS-CoV-2, los anticuerpos dirigidos a las proteínas de la espícula y de la nucleocápside, que se correlacionan con una fuerte respuesta neutralizadora, se forman a partir del noveno día, lo que sugiere que la seroconversión puede conducir a la protección al menos durante un tiempo limitado 34,39-42.