La hepatitis B es una infección hepática potencialmente mortal provocada por el virus de la hepatitis B (VHB). Se transmite por contacto con la sangre u otros líquidos corporales de una persona infectada.1
No siempre es autolimitada: En adultos, aproximadamente el 5 % de las infecciones agudas siguen una evolución crónica de varios tipos de gravedad; los niños desarrollan hepatitis B crónica en hasta un 90 % de los casos.1 Se estima que 257 millones de personas padecen la infección por el VHB. En 2015, la hepatitis B produjo 887 000 muertes, principalmente debido a complicaciones (incluidos cirrosis y carcinoma hepatocelular).1 El antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg) es un componente polipépitdo del envoltorio externo del VHB, que presenta diversos determinantes inmunogénicos.2
Tras la infección, el HBsAg es el primer marcador inmunológico detectable en suero y suele estar presente semanas antes de la aparición de los síntomas clínicos y de otros biomarcadores bioquímicos.3 Los ensayos de HBsAg se utilizan en el marco de los procedimientos diagnósticos para identificar personas infectadas por el VHB y prevenir la transmisión del virus a través de la sangre y de hemoderivados.1
Con una presión determinada el VHB puede mutar, pudiendo dar lugar al escape de la protección de un huésped después de la vacunación e indetectabilidad con determinados ensayos de HBsAg comercializados.4 El ensayo Elecsys® HBsAg II se diseñó específicamente para detectar una multitud de dichos mutantes.
La mayoría de las mutaciones de HBsAg relevantes deben detectarse mediante ensayos de HBsAg novedosos5,6
- Mutaciones más relevantes en el determinante “a” del HBsAg
- Sustituciones G145R, K141E, T131I
- Inserciones entre aminoácidos 122/123
- Sustituciones G145R, K141E, T131I
- Además, las mutaciones cercanas al determinante “a” o en elementos regulatorios del gen de superficie también pueden afectar a la estructura antigénica