El virus de la rubéola provoca la enfermedad de la rubéola, también conocida como el sarampión alemán, un exantema leve que suele presentarse durante la infancia. Es sumamente contagioso y se transmite principalmente por vía respiratoria.1 La rubéola también se puede transmitir verticalmente de una madre infectada a su hijo.1 La infección posnatal rara vez se asocia con complicaciones; sin embargo, la infección primaria principalmente en las primeras etapas del embarazo es una afección grave, ya que puede causar abortos espontáneos o síndrome de rubéola congénita (SCR). El SRC incluye ceguera, sordera, cardiopatía congénita y retraso mental1.
Los programas de vacunación actuales han reducido de manera considerable la incidencia de rubéola aguda y SRC2. Puesto que la rubéola puede presentarse de forma atípica o con síntomas y signos inespecíficos que pueden deberse a otros virus sin potencial teratogénico, es importante que el diagnóstico clínico se confirme mediante pruebas de laboratorio, en especial durante el embarazo.3
La presencia de anticuerpos IgM contra el virus de la rubéola suele indicar una infección aguda, pero también puede ser inespecífico o persistente4. Tras la infección natural los anticuerpos IgM pueden durar entre 1 y 3 meses, mientras que los anticuerpos IgM inducidos por la vacunación pueden permanecer durante más tiempo (años) en niveles reducidos5. La seroconversión de anticuerpos específicos contra la rubéola o un aumento significativo del valor de anticuerpos IgG contra la rubéola desde una primera a una segunda muestra pueden confirmar el diagnóstico de infección aguda por rubéola.3