En 1987, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo publicó un informe titulado “Nuestro futuro común”.1 Este documento definió la sostenibilidad como “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.1
Hoy, más que nunca, entendemos la importancia de la gestión sostenible y el valor de implementar estrategias que busquen recompensas y beneficios a largo plazo en lugar de ganancias obtenidas por la vía rápida. La idea de hacer que los laboratorios sean más ecológicos ha explotado en todo el mundo2, y con razón.
Los laboratorios clínicos gastan más energía que un edificio de oficinas típico.3 Además, son importantes consumidores de agua y productores de residuos.3,4 Según aumentan las expectativas sobre responsabilidad corporativa y transparencia, cada vez es más importante que las empresas sean conscientes de su impacto ecológico e implementen iniciativas para crecer de forma sostenible. Esto no solo beneficia al medio ambiente, sino que puede ayudar a impulsar el rendimiento empresarial y a largo plazo.