Los programas de cribado prenatal son de vital importancia para prevenir el tratamiento y el control de las infecciones congénitas en recién nacidos.
Las infecciones congénitas se transmiten verticalmente de la madre al feto durante el embarazo, el nacimiento o la lactancia, e incluyen enfermedades como la toxoplasmosis y otras (como el VIH, la hepatitis B, la sífilis, la enfermedad de chagas), la rubéola, el citomegalovirus y el virus del herpes simple (TORCH).
Estas infecciones son importantes factores de morbimortalidad perinatal, que representan hasta el 50 % de los mortinatos en países de ingresos bajos y medios, y el 10-25 % en países de ingresos altos.1 El acceso a programas de cribado prenatal para infecciones congénitas puede impedir la transmisión de la madre al feto y guiar el tratamiento o el asesoramiento adecuados y oportunos.
Las mujeres pueden infectarse con varios patógenos que pueden transmitirse a sus fetos durante el embarazo. Entre otras vías, las mujeres se pueden infectar a través de:
- Exposición a vectores:
Zika, chagas, dengue - Transmisión sexual:
Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), hepatitis, virus del herpes simple (VHS), sífilis - Contacto con fluidos corporales como la saliva:
Citomegalovirus (CMV) - Transmisión zoonótica:
Toxoplasmosis - Infección de las vías respiratorias:
rubéola y (posiblemente) SARS-CoV-22
Desde principios de la década de 2000, la incidencia de citomegalovirus, virus del herpes simple y virus varicela-zóster (VVZ) congénitos diagnosticados en neonatos ha aumentado en aproximadamente un 300 %.3 En ese tiempo, las infecciones por rubéola disminuyeron debido al éxito de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR).3
El cribado es una estrategia muy importante para prevenir y reducir la carga de las infecciones congénitas, en particular para las enfermedades en las que no se dispone de tratamientos o vacunas.