A principios de 2020, a medida que la enfermedad por coronavirus se extendía y las personas fallecían, gran parte del mundo se movilizó para ver qué se podía hacer para detener a este gran problema en su camino.
Se evidenció que no habría una solución rápida para lo que se convertiría en una pandemia mundial. El virus ha causado casi 5 millones de muertes hasta la fecha, lo que equivale a la población de Nueva Zelanda. No obstante, el acceso rápido a las pruebas, el desarrollo acelerado de la vacunación, las mascarillas y el distanciamiento social están ayudando a que exista un mayor control en algunas partes del mundo.
Lo que la pandemia de COVID-19 nos ha demostrado es que el acceso a un diagnóstico rápido y preciso para todas las enfermedades es fundamental para los pacientes y los sistemas sanitarios, y no solo durante una pandemia. Nos ha demostrado que, como comunidad global, podemos mover montañas.
En el caso de Roche, significaba comercializar una prueba molecular de gran volumen en 38 días, en comparación con el periodo de tiempo habitual de 18 meses. Demostró que podríamos agilizar el desarrollo de múltiples pruebas nuevas e innovadoras y soluciones digitales para ayudarnos a comprender el virus SARS-CoV-2 y cómo contener y prevenir mejor la enfermedad. Nos mostró que podíamos aumentar nuestra infraestructura a través de una inversión significativa, lo que nos permitía fabricar y suministrar rápidamente nuestras soluciones de diagnóstico en todo el mundo.