Ayuda a detener la propagación de la gripe
La gripe es una enfermedad estacional que se presenta todos los años y que suele alcanzar su punto álgido en invierno. Afecta al 5-10% de los adultos y al 20-30% de los niños cada año.1 Las enfermedades estacionales pueden dar lugar a hospitalizaciones y a la muerte, principalmente entre los grupos de alto riesgo (los muy jóvenes, los ancianos o los enfermos crónicos).2 Se calcula que las epidemias anuales en todo el mundo provocan entre 3 y 5 millones de casos de enfermedad grave y entre 290.000 y 650.000 muertes.2
La gripe se caracteriza por la aparición repentina de síntomas como fiebre, secreción nasal, tos, dolor de cabeza y fatiga.3 Estos síntomas se solapan con muchas infecciones de las vías respiratorias superiores e inferiores causadas por otros patógenos bacterianos y/o virales, lo que hace que el diagnóstico basado únicamente en los síntomas sea un reto para los médicos.4
Sin embargo, la rápida diferenciación de la gripe A de otras enfermedades similares a la gripe (ILI) es esencial para el control de la infección y el manejo de los pacientes.
Los métodos de diagnóstico actuales que se utilizan habitualmente son las pruebas rápidas de antígenos en el punto de atención y las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) basadas en el laboratorio.5 Los resultados negativos fiables de la gripe A/B ayudan a los médicos a considerar otros casos de enfermedad como los patógenos bacterianos que requieren antibióticos.
Dar un diagnóstico precoz y preciso de la gripe
Las pruebas rápidas actuales basadas en inmunoensayos para la gripe tienen una sensibilidad limitada y los resultados negativos de las pruebas deben interpretarse con precaución dado el potencial de resultados falsos negativos.5
Existe una necesidad insatisfecha de pruebas que puedan descartar con precisión la gripe de forma rápida, cerca de los pacientes para informar sobre la gestión clínica.6
El uso de pruebas POC que puedan detectar de forma fiable patógenos virales y/o bacterianos daría como resultado una mejor atención, menos empirismo antibiótico y, al menos en teoría, una reducción del coste de la enfermedad para el paciente y la sociedad.7
Los estudios pediátricos, en particular, han demostrado un menor uso de antibióticos y un mayor uso de antivirales cuando la gripe se diagnostica mediante pruebas rápidas.8-10
References
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