El virus del herpes simple 1 (VHS-1) se transmite principalmente por contacto oral durante la infancia, pero también sexualmente más tarde en la vida.1 Se calcula que la prevalencia mundial de la infección por VHS-1 es del 67%, con la mayor prevalencia en África, el Sudeste Asiático y el Pacífico Occidental.1
Una infección primaria con el VHS se asocia con frecuencia con el desarrollo de ampollas serosas que generan dolor y liberan un exudado infeccioso. Los lugares típicos son la boca, los labios (herpes labial) o los genitales (herpes genital).2 Las lesiones cutáneas recurrentes son el sello distintivo de la patogenia del VHS.
Las manifestaciones del herpes bucofacial suelen estar causadas por el VHS-1, mientras que el herpes genital está causado principalmente por el VHS-2.2 Sin embargo, las nuevas estimaciones destacan que el VHS-1 también es una causa importante del herpes genital.2 El HSV-1 y el HSV-2 también pueden transmitirse verticalmente antes del nacimiento o perinatalmente durante el parto.1 Estas infecciones pueden tener consecuencias graves, si no mortales, para el feto/recién nacido.1 La diseminación vírica subclínica y las infecciones no identificadas parecen ser factores principales en la transmisión, por lo que las pruebas de laboratorio son clave para un diagnóstico correcto.
Las pruebas serológicas específicas del tipo para la detección de IgG, basadas en el uso de la glucoproteína G del VHS-1 (gG1) recombinante y la glucoproteína G recombinante del VHS-2 (gG2), permiten distinguir entre el VHS-1 y el VHS-2.3,4 Esto es importante para un desarrollo adecuado de estrategias para prevenir la transmisión a las parejas y los neonatos, ofrecer asesoramiento y controlar la enfermedad. No se recomiendan las pruebas de IgM en la práctica clínica de rutina.4,5,6